VISITA AL OJO DEL INCA
"El agua de este lugar, era agua sagrada donde venían a bañarse los
Incas".
*Fragmentos del diario.
Nos despertamos temprano y para
las nueve ya estábamos en el mercado desayunando unos sándwiches de huevo con
un té, le preguntamos a las señora donde tomábamos el transporte hasta el ojo
del Inca y nos indicaron como llegar, caminamos un poco y para cuando llegamos
estaba por salir la buseta, la cual iba llena, a mí y a Julieta nos tocó irnos parados, el bus no
tenía tubo para detenerte así que íbamos haciendo esfuerzo para no caernos,
cuando pasamos el punto de peaje tuvimos que agacharnos a petición del chofer,
pero desde ese momento el ambiente dentro del bus se puso bueno, varias bromas,
gente platicando, yo al final termine platicando con un señor sobre México y
sobre Potosí y Bolivia, mencionamos a Chente Fernandez, a San Luis Potosí y al
final él nos indicó donde había que bajar para llegar al ojo del Inca.
…Desde que nos bajamos del bus,
el panorama asomaba un poco lo que íbamos a vivir, un lugar lleno de cerros con
tonalidades rojas principalmente donde predomina el clima seco y donde solo se
vislumbran uno que otro pedazo de verde, dándole un toque único al lugar, algo
muy diferente a los paisajes que veníamos encontrando en Ecuador y en
Perú. Comenzamos a subir en pleno sol
del día y sin viento que refrescara, incluso se sentía un poco de calor, caminamos
en medio de la naturaleza unos cuantos minutos hasta que llegamos a una pequeña
laguna con un color medio azul verdoso, donde había que pagar 10 bolivianos por
ingresar y que una vez adentro te podías meter al agua, el agua estaba a 30
grados de temperatura, el cráter de un volcán,
donde el calor del agua viene de la parte más caliente del planeta, de
su interior, de su intimidad, de su sexo. En el medio de la laguna había una
cuerda para ayudar a los malos nadadores, y en el centro te decían que había
más de 200 mts de profundidad, pero en las orillas alcanzabas a apoyarte en las
piedras. Cuando entramos, la vibra se
tornó romántica, un momento digno de recordar, en compañía de mi Chuleta, con un panorama alrededor con unos cerros
mágicos, con una que otra libélula revoloteando lentamente… en algún punto Luis
casi se ahoga al intentar alcanzarnos del otro lado, de pronto llego casi sin
aliento gritando que lo ayudáramos y luego que nos quitáramos. Jugamos un rato a hacer equilibrio con la
cuerda adentro del agua, y en algún punto Luis volvió a asustarnos al ponerse
todo rojo al tragar agua.
La salida del agua caliente nos
costó mucho trabajo más que nada al sentir el viento frío sobre lo mojado, ya
una vez secos la situación era tolerable,
pero todavía estuvimos un rato allí, platicamos con un tico viajero, y
luego a las cuatro el hambre y el frío
nos hicieron regresar a Potosí.
Ya en Potosí fuimos a cenar un
pollo broaster, y regresamos al hostal y nos fuimos a dormir temprano y
calientitos, mientras afuera la luna brillaba con toda su intensidad anunciando
una noche fría…….
Escrito por David
Herrera El González.
20 de Mayo, 2016.
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