jueves, 19 de mayo de 2016

61. LA PAZ, UNA CAPITAL SURREALISTA.



LA PAZ, UNA CAPITAL SURREALISTA.

“La Paz es extraña, tan diferente  de las demás ciudades del mundo, tan alta y a la vez tan profunda…No podría ser albergue de gente sumisa, blanda, mansa o adormecida.”  Alberto Ostria.




La capital oficial de Bolivia resulta que es Sucre y no La Paz como mucha gente cree, yo hasta Quito me vine a enterar de eso; pero La Paz es la capital legislativa, es decir donde se concentran los poderes. Pero el quitarle ese nombre oficial de capital no le quita en nada lo especial a este lugar tan representativo de la vida diaria boliviana, con toques de caos  y supervivencia que me hicieron recordar un poco al Distrito Federal en México.
La Paz es un lugar que parece pertenecer a una realidad alterna.  Un lugar lleno de perros callejeros donde incluso nosotros ya nos movíamos las colas con más de uno; un lugar también donde los negocios informales o callejeros están por todos lados, es el modo de supervivencia de mucha gente, obviamente incluyendo niños que se ganan la vida día a día luchando en la gran urbe boliviana, algo que me llamo mucho la atención fue el ver a los encargados de bolear los zapatos en las calles tapados con pasamontañas, una cuestión histórica que reflejaba que esa profesión no era una profesión digna, ahora sabemos que las cosas no son así, pero la tradición en Bolivia pudo más que cualquier orgullo. Bolivia es un lugar multicultural, un lugar con un espíritu de revolución que se respira y que se puede observar de un momento a otro en las calles. Un lugar donde la identidad se paraliza, queda congelada como la cúspide del Nevado Illimani  que se ve al fondo de la ciudad y que día con día vigila que la paz del lugar no se pierda.

La Paz cuenta con una identidad muy cargada hacia los orígenes, lo cual se hace sentir por momentos mientras uno sube las rampas del mercado y ve a las mamitas vestidas con sus trajes tradicionales y actuando como las mamitas de épocas pasadas; o como en la Plaza Murillo, la plaza principal, donde se pueden ver a los niños arrojando maíz para que la infinidad de palomas se amontonen mientras esa pequeña ráfaga de historia pasa lentamente por la esquina, esa misma plaza donde se encuentra el reloj ,que por órdenes del Presidente actual del Estado Plurinacional de Bolivia, el Señor Evo Morales,  fue colocado con los números corriendo hacia atrás, un mensaje simbólico del presidente buscando que Bolivia se reencuentre con su pasado, con su origen.

Muchos moldes de Evos y de mamitas se juntan en las calles de una ciudad donde la gente es muy amable, aunque si se siente que va en un ritmo acelerado, en un ritmo propio de ciudad, pero esto mismo  nos permitió disfrutar la estancia con algunos eventos muy pecualiares, primero tuvimos la oportunidad de repetir en un juego de la Copa Libertadores, nuestra segunda fecha, en esta ocasión el Strongest de Bolivia, enfrentando al Sao Pablo de Brasil, con un empate a un gol, que dejo descalificado al equipo paceño y clasifico al brasileño. Luego tuvimos la enorme fortuna de poder conocer, aunque muy breve y rápidamente, a Carlos Villagrán, Kiko, con quien pudimos tomarnos una fotografía y por cuestiones del destino, acabamos viendo su presentación y sin pagar un solo boliviano.


Una última mención sobre lo que hicimos en La Paz tiene que ir relacionada con “El Alto”, que es el barrio que desde el centro se ve allá en la parte más alta del cerro; dicho cerro está completamente tapizado con casas.  El día que Julieta, Luis y yo visitamos El Alto tuvimos que llegar en teleférico, el cual está en muy buenas condiciones  y que te va dando un hermoso paisaje de La Paz y de los Nevados, para cuando llegamos arriba ya estaban instalados todos los puestos, pues aparte fuimos en día de feria, la cual es todos los Jueves y Domingos del año, allí venden infinidad de cosas, un verdadero tianguis, para los que somos de Aguascalientes sería como una puri en época de navidad pero multiplicada por veinte; allá arriba conseguimos cosas muy baratas, incluso conseguimos un par de  zapatos bota tenis a  precios muy baratos, unas playeras, y algunos pequeños utensilios para vestirnos del chavo y la chilindrina.

La Paz es simplemente un lugar que cuenta con muchas historias, la historia está en las calles, aquí  las épocas y las culturas se entremezclan  y aprenden a convivir en unidad, en una identidad completamente boliviana.
 
*Fragmento del diario:
Lunes 2 de Mayo, 2016.
…Ya el último día en La Paz,  Luis y yo tuvimos una experiencia mágica cuando fuimos a asomarnos al mercado de las Brujas, que resultó no ser un mercado, sino una calle donde hay tiendas con cuestiones de santería y para hacer rituales, nosotros pensábamos que se iba a parecer a las zonas de los mercados en México donde venden hierbas, inciensos, veladoras y figuras de santos como la santa muerte, pero acá en La Paz lo que había dentro de las tiendas era muy distinto. Desde que entrabas al lugar se sentía una vibra densa y más cuando volteabas para arriba y te encontrabas con pequeñas llamas disecadas, pero al voltear hacia abajo y ver los fetos de las llamas con tonalidades obscuras y adornadas con lana de colores alrededor de ellas eso te hacía entrar en un pasadizo del tiempo, hacia una o muchas historias de miedo y de culto para los habitantes del lugar, cuando pregunte a la mamita que atendía el negocio el porqué de los adornos coloridos en las llama, me respondió que así se hace la ofrenda a la Pachamama*. También había muchas imágenes de brujas, la imagen de un mismo santo pero vestido de distintas de maneras, recuerditos de Bolivia, tónicos y remedios caseros, instrumentos musicales prehispánicos y muchos objetos representativos de la cultura local…
…En algún punto yo iba distraído observando los pequeños artículos que había en una mesita cuando de repente sentí que mi cabeza golpeó con algo, a mí me dieron escalofríos al pensar que era una llamita muerta, pero cuando levante la mirada y vi que eran unos dardos de un juguete, simplemente me volvió a latir el pulso normalmente.
 
*Pachamama: Madre tierra.

Escrito por David Herrera El González.

8 de Mayo, 2016.

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